terça-feira, 15 de novembro de 2011


Amor! (¡Amor!)

Oh, eterno amor, que en tu inmortal carrera
das a los seres vida y movimiento,
con qué entusiasta admiración te siento,
aunque invisible, palpitar doquiera!

Esclava tuya, la creación entera
se estremece y anima con tu aliento;
y es tu grandeza tal, que el pensamiento
te proclamara Dios si Dios no hubiera.

Los impalpables átomos combinas
con tu soplo magnético y fecundo:
tú creas, tú transformas, tú iluminas;

y en el cielo infinito, en el profundo
mar, en la tierra atónita dominas,
¡amor, eterno amor, alma del mundo!

Gaspar Núñez de Arce